Proyector cinematográfico

Alban Lapipe regentaba un taller que fabricaba prensas mecánicas para cortar, estampar y perforar. Su relación con el cine se debe a Georges Méliès, que le encargó la primera máquina para perforar películas de celuloide. A principios de 1896, todavía era difícil conseguir películas vírgenes y Méliès acababa de obtener algunas en Inglaterra, pero no estaban perforadas. En 1896, Lapipe también fue el autor de la patente del Lapiposcope, proyector de películas de 35 mm del que se fabricaron dos versiones ligeramente diferentes. Alban Lapipe murió en 1899 y su hijo Henri Eugène y su yerno Charles Wittmann se hicieron cargo del taller. El Lapiposcope, aparte de ser uno de los primeros proyectores comercializados (nueve meses después de las primeras proyecciones de los hermanos Lumière), fue también considerado el cinematógrafo más pequeño de aquella época. Sin embargo, recibió muchas críticas por su mal funcionamiento y no se vendió bien, por lo que se han conservado muy pocos ejemplares.